Desde hace varios años, incluso décadas, se viene luchando por la transformación de la institución escolar para conseguir sacarla del estancamiento al que su origen la mantiene atada.
Inicialmente la escuela se creó como instrumento de formación para los inexpertos obreros industriales, con una estricta jerarquía, aprendizaje repetitivo y rutinario que buscaba una reproducción sistemática de individuos que ayudara en su puesto a los nuevos empleados desde el primer día. Hoy en día, sin embargo, las exigencias profesionales del mercado laboral han cambiado, por lo que seguir formando a menores como si fuesen a trabajar en una cadena de producción es un esfuerzo inútil.
Las empresas han evolucionado, se han adaptado a los cambios que la competencia ha generado y la elección del personal ya no se centra en las mismas aptitudes. Ahora se demandan empleados creativos y con una capacidad resolutiva ejemplar.
¿Y quiénes aportan dichas capacidades si la escuela tradicional no se hace cargo de potenciarlas?
Las corrientes educativas alternativas que abogan, entre otras técnicas de enseñanza, por el uso y la importancia de la educación multisensorial. Este modelo educativo está basado en el desarrollo de todos los sentidos en cada aprendizaje, tomando en cuenta cuán diferentes formas de aprender tienen los niños. De esta manera ayuda a cubrir las diversas necesidades de todos los menores, no solo de los que tienen dificultades de aprendizaje y de atención, sino que al ofrecer múltiples maneras de aprender, da a cada niño la oportunidad de triunfar en el aula.
Habrá lecciones donde no será posible emplear los cinco sentidos (gusto, olfato, tacto, vista, oído y movimiento) pero en la mayoría de ellas, los estudiantes pueden acceder al material que se está enseñando en más de una forma, recibiendo información a través de los llamados elementos táctiles y cinestésicos.
Por ejemplo, en el caso de estar trabajando de las fracciones, se le facilitará al alumnado piezas de Lego convirtiendo el aprendizaje abstracto en uno manipulativo, visual y experimental.
“Solamente a través de los sentidos puede tener lugar el aprendizaje”
Tenemos el referente de las artes como potenciador de la educación sensorial. Artes como danza, teatro, música, o plástica, donde el uso de varios sentidos en su realización es indispensable, ha conseguido promover en las mentes más jóvenes la energía creativa. Pues el concepto teórico se ve reforzado por la emoción en la praxis.
“El cerebro humano es un órgano complejo en continua construcción que necesita retos y arte”
Centrándonos en la plástica concretamente, donde tiene cabida la pintura, dibujo, escultura o construcción, observamos esa dotación de creatividad por medio de la experimentación, ya que dicha disciplina:
- Propicia momentos de observación, reflexión y exploración en los que la toma de decisiones se puede asumir como riesgo o acierto, obteniendo de ambas formas un nuevo aprendizaje.
- Se fundamenta en un aprendizaje vivencial, en el que es posible manipular el útil o la herramienta de trabajo de manera libre, original y creativa.
- Nos permiten, como observadores, conocer al educando tal y como es, pues mediante sus composiciones manifiesta cómo piensa y cómo se siente.
“La educación artística se preocupa por el efecto del proceso en el individuo”
El trabajo y las dinámicas que se llevan a cabo durante la ejecución del trabajo pictórico, ayuda de manera transversal otras áreas y potencian aptitudes como:
- La memoria: Refuerza y trabaja continuamente el aprendizaje visual, la retención de formas, colores, trazos, etc.
- Las emociones: Ayuda a la identificación de los sentimientos, pues se trabaja con y desde ellos de manera constante y continuada.
- La creatividad: El hecho de crear sin unos parámetros rígidos, desarrolla el pensamiento divergente y tiene como esencia la capacidad para resolver conflictos desde una actitud positiva y enérgica.
- La estimulación sensorial: Los diversos olores y tactos promueven en el cerebro una riqueza de impresiones y emociones, creando un gran bagaje experiencial.
- El fomento y refuerzo de la psicomotricidad fina: Con el uso de las diferentes herramientas potenciamos desde pequeños acciones tan relevantes como “la pinza” al coger el pincel y manejarlo con delicadeza a un lado y otro del lienzo; la presión en el trabajo de la modulación; la dirección y fuerza de los trazos, la coordinación viso – manual, etc.
- La concentración y atención: Pintar y colorear mándalas, ralentiza el ambiente de la inmediatez que propician las pantallas, fomentando la continuidad y precisión en el trabajo.
Todas y cada una de ellas son necesarias en la actualidad, pues como afirma Augusto Cury en uno de sus libros, vivimos en una sociedad en la que se fomenta el SPA (Síndrome de Pensamiento Acelerado) y aquellos que lo sufren, adquieren una adicción a los nuevos estímulos. Comportamientos como estar inquietos en sus asientos, tener conversaciones paralelas, no poder concentrarse, etc. son intentos de aliviar la ansiedad generada por el SPA.
Por ello, como educadores en potencia que somos, hemos de fortalecer las carencias que el sistema escolar mantiene, mezclando como si de una ensalada se tratase, elementos y prácticas creativas con el fin de generar un aprendizaje amplio y lleno de posibilidades para el desarrollo.